-¿Cambios?
No veo ninguno, sigue siendo la horrenda cuidad que siempre lo fue,
es y será por toda la eternidad-Exclamó con desprecio y
autoridad-Todos nuestros hijos se marcharon de aquí, es obvio que se
dieron cuenta porque les abrí los ojos-Suspiro mirando a su...en
realidad ya no sabia si llamarla esposa, tanto tiempo junto con ella
que ya ni siquiera la veía como tenia que verla sino más bien como
una hermana.
-Claro
por supuesto...-Contestó mirándolo reaciamente-Si en realidad no
quisiste nacer aquí y es por eso que los empujaste a ellos a irse,
sabias bien, demasiado bien que tenían buenas oportunidades aquí
más que nunca, con lo que ellos estudiaban iban bien a la cuidad.
-Es
una barbaridad lo que estás diciendo-Se acerco con su bastón de
roble y empuñadura en forma de un macho cabrio, pues claro era
Ariano, y diviso por la ventana toda la cuidad. Vivían en una
esquina en una casa de principio del siglo, podían divisar 5 cuadras
a la redonda todo lo que sucedía.-¿Hacerle bien a “esto”?-El
viejo largo una pequeña risotada-Estas loca de remate realmente, es
increíble que siga estando contigo aun-Esa frase hizo fastidiar de
verdad a la mujer que esta vez tiro una mirada de sorpresa pero a la
vez de desprecio.
-Mira
viejo, no te puedo decir de ninguna otra forma verdaderamente eres
eso, sin mí ya estarías abajo y hasta el mismo diablo no te
soportaría. No puedes sacarte la mascara que tienes desde que nos
casamos, cuando creías que nos íbamos en picada.-Volvió a recordar
lo que dijeron sobre sus hijos.-Mira, sabes bien que los extraño
casi nunca nos escriben, más ahora que todo es por computadora no
entiendo nada, no puedo leer lo que escriben y mucho menos
responderles.-Hizo una breve pausa-Si solo se hubiesen
quedado...-Sintió la pava hervir y enseguida salio del dormitorio y
se dirigió a la cocina.-Voy a hacerme un té así me calmo un poco
de tantas atrocidades que dijiste.-
Mientras,
él se quedo pensando en lo que ella había dicho con tanta rabia,
“Quizás tenga razón, yo también los extraños pero ellos son mis
únicos sueños realizados, es obvio que voy a querer lo mejor para
ellos”. La imagen de su ventana enseñaba a esos ojos la
actualidad; miles de jóvenes de la edad de sus hijos salían a las
calles marchando con panfletos y carteles mientras pequeñas
cuadrillas de policías los reprimían y trataban de retirarlos de
las calles. Todo esto sucedía en el hogar que él oprimía tanto
como en ese mismo momento estaban haciendo “las fuerzas de
seguridad de la nación”, ese hogar llamada Londres.
Lo
que nunca se dieron cuenta, pues son dos viejos nada, es que en
realidad los dos estaban de acuerdo. Uno por ver lo bello que son los
cambios cuando verdaderamente se necesitan. El otro por el desprecio
a haber pasado tanto tiempo sin ver una de esas manifestaciones
cuando él podía haber participado de la misma. Si se dieran cuenta
de ello y le avisaran a sus hijos lo que realmente esta sucediendo en
frente de sus ojos, quizás ellos retornarían a casa.