30 de noviembre de 2011

Intercambio de miradas

-Cuantos cambios hay... Mira por la ventana querido-Dijo la anciana mientras contemplaba el paisaje.
-¿Cambios? No veo ninguno, sigue siendo la horrenda cuidad que siempre lo fue, es y será por toda la eternidad-Exclamó con desprecio y autoridad-Todos nuestros hijos se marcharon de aquí, es obvio que se dieron cuenta porque les abrí los ojos-Suspiro mirando a su...en realidad ya no sabia si llamarla esposa, tanto tiempo junto con ella que ya ni siquiera la veía como tenia que verla sino más bien como una hermana.
-Claro por supuesto...-Contestó mirándolo reaciamente-Si en realidad no quisiste nacer aquí y es por eso que los empujaste a ellos a irse, sabias bien, demasiado bien que tenían buenas oportunidades aquí más que nunca, con lo que ellos estudiaban iban bien a la cuidad.
-Es una barbaridad lo que estás diciendo-Se acerco con su bastón de roble y empuñadura en forma de un macho cabrio, pues claro era Ariano, y diviso por la ventana toda la cuidad. Vivían en una esquina en una casa de principio del siglo, podían divisar 5 cuadras a la redonda todo lo que sucedía.-¿Hacerle bien a “esto”?-El viejo largo una pequeña risotada-Estas loca de remate realmente, es increíble que siga estando contigo aun-Esa frase hizo fastidiar de verdad a la mujer que esta vez tiro una mirada de sorpresa pero a la vez de desprecio.
-Mira viejo, no te puedo decir de ninguna otra forma verdaderamente eres eso, sin mí ya estarías abajo y hasta el mismo diablo no te soportaría. No puedes sacarte la mascara que tienes desde que nos casamos, cuando creías que nos íbamos en picada.-Volvió a recordar lo que dijeron sobre sus hijos.-Mira, sabes bien que los extraño casi nunca nos escriben, más ahora que todo es por computadora no entiendo nada, no puedo leer lo que escriben y mucho menos responderles.-Hizo una breve pausa-Si solo se hubiesen quedado...-Sintió la pava hervir y enseguida salio del dormitorio y se dirigió a la cocina.-Voy a hacerme un té así me calmo un poco de tantas atrocidades que dijiste.-
Mientras, él se quedo pensando en lo que ella había dicho con tanta rabia, “Quizás tenga razón, yo también los extraños pero ellos son mis únicos sueños realizados, es obvio que voy a querer lo mejor para ellos”. La imagen de su ventana enseñaba a esos ojos la actualidad; miles de jóvenes de la edad de sus hijos salían a las calles marchando con panfletos y carteles mientras pequeñas cuadrillas de policías los reprimían y trataban de retirarlos de las calles. Todo esto sucedía en el hogar que él oprimía tanto como en ese mismo momento estaban haciendo “las fuerzas de seguridad de la nación”, ese hogar llamada Londres.



Lo que nunca se dieron cuenta, pues son dos viejos nada, es que en realidad los dos estaban de acuerdo. Uno por ver lo bello que son los cambios cuando verdaderamente se necesitan. El otro por el desprecio a haber pasado tanto tiempo sin ver una de esas manifestaciones cuando él podía haber participado de la misma. Si se dieran cuenta de ello y le avisaran a sus hijos lo que realmente esta sucediendo en frente de sus ojos, quizás ellos retornarían a casa.

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